Todas las figuritas
para nenas del primer tercio del siglo XX eran importadas de países
europeos. Lentamente se incorpora la edición nacional de estampas,
imágenes algo difusas en un principio e impresas en cartulina. Se
vendían en las librerías, sueltas, pero podían completarse una
serie. Son ejemplos las colecciones “Laureles”, con una secuencia
de estampas del cuento árabe “Alí Baba” y “Caperucita Roja”;
“Trébol”, con imágenes de los cuentos clásicos “Blancanieves”,
“Los tres pelos del Diablo”, “El tamborcito” y “Aladino”.
La impresión empieza a hacerse sobre papel ilustración, dando más
nitidez a las imágenes y vivacidad a los colores.
En los años 50´,
ingresan al país, importadas de Alemania, Holanda y España, las
primeras figuritas de brillantes en “planchitas”, como serie de
estampados troquelados unidos entre sí por tiras delgadas de papel.
Estas impresiones son de alta calidad, colores brillantes, imágenes
modernas y actualizadas, con la novedad del adhesivo de brillantina.
Para coleccionar las
figuritas alemanas se edita en el país el álbum “Fantasía”,
uno de los primeros álbumes de figuritas con brillantes, que en la
década del 60, impactan a las nenas con maravillosas figuritas con
motivos de cuentos, escenas hogareñas, vestidos y tocados, angelitos
y la Navidad en las colecciones “Caperucita Roja”,
“Blancanieves”, “La Cenicienta”, “Princesita” y
“Brillantitos”.
1963, El Libro de la Fantasía |
Claudia y Patricia
son primas hermanas; tienen la misma edad; viven en el barrio de
Núñez. En 1965 tienen ocho años y juntas están coleccionando el
álbum de “Blancanieves”. Claudia recuerda: “A dos cuadras de
casa, en Republiquetas, estaba la librería de don Miguel. Todas las
tardes íbamos con Pati a comprar dos paquetes de figuritas cada una.
El papel del sobre era crujiente y nos latía el corazón con fuerza
cuando lo abríamos. Las figuritas eran hermosas y buscábamos con
emoción las que nos faltaban. También venían en algunos sobres
unas figuritas en blanco con la palabra impresa “Premio”. Pati se
ganó un espejito dorado que canjeó con don Miguel.”
Patricia agrega:
“Como éramos dos nos resultaba más o menos fácil ir completando
los álbumes pero, como en ese momento había figuritas “difíciles”,
en general nos terminaban faltando la misma a las dos. Nuestras mamás
se sumaban a la expectativa y nos compraban de a diez paquetitos. La
emoción al abrirlos era enorme y sacar la “difícil” (que
sabíamos que había una o dos en cada caja de sobres) suponía una
fiesta, pero no era sencillo. Una tarde, la mamá de Claudia, tía
Beba, nos dio la sorpresa de comprar la caja entera, llena, con los
cien sobrecitos. Nos recuerdo a las cuatro, mamá, tía Beba, Claudia
y yo, abriendo los sobrecitos de “Blancanieves”, en la cocina de
casa, rodeadas de figuritas, sobrecitos y brillantes. Las dos
completamos el álbum esa misma tarde”
1965, Blancanieves |
Increíble y emocionante , cuando jugaba y perdía las figuritas ,con la tapadita era una adrenalina intensa ...alegría cuando ganaba y tristeza de perder figuritas preciosas !!!
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